Hace un par de semanas tomé un taller llamado “Cuerpx Territorix”, lo tomé por recomendación de mi amiga Bbali, en una de nuestras videollamadas muy a la pasada me dijo que estaba tomando un taller con Noemí Diamantes seguimos en nuestra plática pero quedamos que preguntaría si sería posible meterme ya que se nos hizo lindo tomar esta experiencia juntas. Lamentablemente Noemí me dijo que ya iban avanzadas y que me esperara al siguiente mes. Como soy muy ansiosa me desilusioné un poco pero no pasó a más.
Llegó mayo y la fecha al nuevo taller pero soy muy calamidades y por X o por Y mis planes siempre se o los aplazo por pretextos (no hay tiempo, quien cuidará a las niñas?, es mucho gasto, estoy cansada, me da miedo, etc) pero me animé y lo tomé por que inmiscuía telas, hilos y el consejo de mi amiga.
Sin darme cuenta abrí una puerta que tenía cerrada con unos buenos candados. Hablamos sobre el territorio que habitamos, nuestro cuerpo y nos adentramos al interior de nuestros pensamientos. Nos observamos, nos tocamos nuestras carnes y nos conocimos de otra manera.
Para mi el cuerpo nunca ha sido algo que me interese, me refiero al físico en si, ya sea en mis parejas o en mì, no es algo a lo que dedique mis horas o pensamientos pero esta práctica de tocar mi poto, verme en otros ángulos y dibujarme recordando lo que mis manos habían sentido me hizo darme cuenta del descuido a mi casa. El que no me guste hacer ejercicio o no me gustará privarme de mis antojos favoritos no tiene nada que ver con abrazarme, con protegerme y con entender el proceso por el que mi cuerpo se había transformado. Este taller me ayudó a darme 5 minutos y ponerme al frente de mis prioridades.
La parte final de este taller era crear una pieza en arpillera donde integráramos nuestro cuerpx en un territorio al que amáramos o nos llenara de paz. Yo me instalé en el bosque saliendo de la primera casa de campaña que me acompañó de camping, saliendo a un mundo lleno de pinos enormes y verdes y que por ahí se asomará una ola de colores y flores, lo nuevo que mis ojos no llegan a ver en muchas ocasiones.
Agregué un apliqué de un bordado que alguna vez intenté hacer en una de nuestras visitas al bosque pero nunca lo terminé, justo quedó para esta pieza que ahora resguarda un lugar en mi taller, un lugar al que volteo a ver y me hace sonreír cada que lo observo.
Este taller duró 1 mes y logré crecer no solo por mi si no por las mujeres que se abrieron y compartieron sus historias. Al finalizar el mismo tuvimos nuestra videollamada obligada con Bbali, nos mostramos nuestras piezas y ambas nos dimos cuenta que fue una gran decisión para nuestro ser darle click a ese mail.
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